
Se te nota en la mirada; esa soledad que te corroe.
Se vislumbra en la tristeza que recorre tus días.
Tus pasos esquivan a la gente a tu alrededor.
Y el viento te atraviesa, como murmurándote una esperanza.
Las hojas se parten entre tus dedos blanquecinos.
Hermoso ángel decadente.
En tu fragilidad se refugia el otoño.
Delirio intrigante de una mente envenenada.
Suspiras entre flores agónicas.
Soñas infinitos, siempre a solas.
Le cantas al amor ciegamente.
Entre mares y fuegos rabiosos.
Aunque nadie te escuche.